Muchas veces te quedas suspendida
Muchas veces te quedas suspendida
como un ave en el centro de la tarde,
como un ave errabunda. Y tus pupilas
persiguen una nube.
Regresas a las tardes más dichosas,
escalas por los muros de sus huertos,
y dejas un perfume blanquecino,
muy dulce, de magnolias.
Como un cristal herido por la luz
que te sume vacía en su tiniebla
vuelves la vista al suelo. Y los naranjos
parecen incendiarse.
Muchas veces te quedas suspendida
como un ave en el centro de la tarde,
como un ave errabunda. Y tus pupilas
persiguen una nube.
Regresas a las tardes más dichosas,
escalas por los muros de sus huertos,
y dejas un perfume blanquecino,
muy dulce, de magnolias.
Como un cristal herido por la luz
que te sume vacía en su tiniebla
vuelves la vista al suelo. Y los naranjos
parecen incendiarse.