Tirar la carta y un poco de tu vida - Poemas de Jorge Lemoine y Bosshardt

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Tirar la carta y un poco de tu vida
Escribiré una historia para no contarte nunca:

Era una desnuda casi tímida mañana.
Por una calle tímida y desnuda
un poco trigo y otro poco llamarada

tú llegabas enumerando las esquinas.
Y bajo un árbol para el que faltó palabras
como un pájaro cualquiera tú te detenías.

De un bolsillo donde viven con veranos
a veces unas lacias golondrinas
tú extraías una carta entre tus manos

y despacio silenciosa la leías.
Aún no era la hora de encontrarnos
faltaba un poco para el mediodía.

Sacaste tu cuaderno de jardines
y acariciaste con tu boca algunos pájaros
yo nunca habré sabido qué escribiste.

Era una plaza tranquila como un lago
como aquella donde deletreábamos la menta
el cielo estaba quieto como un barco.

Era tan fácil que fuera como aquélla.
A lo lejos alguien se acercaba
te peinaste con la sonrisa alerta.

Eran más las mariposas en las plantas.
A lo lejos... Se cerraba la promesa.
Y tus ojos en azul se evaporaban.

Querías esconderte, transformarte en amapola
y asaltarme al pasar bajo las ramas.
De repente se incendiaba cada cosa

todo el día en tu mirada que temblaba.
En tu alma remontaba una gaviota
y diluvios de ausencia se secaban.

Era la hora en que los sueños se cumplían
era el momento en que tus vidas se juntaban
y en que se besaban los astros y las profecías.

Era el mismo tiempo que en las cartas.
De repente algo en ti que se encogía
algo extraño en la figura que llegaba.

Pusiste tu cara entre las manos
tu clara cara enamorada.

Como cualquier hombre siniestro pasa
no era yo, esperas todavía
con la paciencia quieta de una casa.

El mediodía ya te da la espalda
la tarde remonta su rostro solitario.
Tal vez ya no vendré, tal vez mañana.

Por la misma calle de sonido lánguido
todavía espiga pero ya apagada
te vuelves sueño atrás, con roto paso.

Vas goteando mi carta por el aire
hay algo atrozmente desolado
de repente mi nombre es: nadie.

El tiempo llama a un sueño largo
con nudillos de nieve y de agonía.
Puedes olvidar el sitio, la calle y el árbol

tirar la carta y un poco de tu vida.
Ya no vendré, me atraparon los zapatos
del rastro que me precedía.

Ésta es una historia que nunca habré contado.


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