Necesidad
Este absurdo poema –lo presiento–
va a terminar en nada. Es un vacío
crepuscular que surge de mi hastío,
la reverberación del descontento.
Este poema es todo un desconsuelo
o un coágulo –no sé– de sangre o tinta
cuajado en el papel donde hoy se pinta
mi fe, quebrada en láminas de hielo.
Este poema necesita un Cristo
que me empuje a la cumbre de un calvario
donde sea preciso un buen ladrón
y que luego me explique por qué insisto
en volverle la espalda al que a diario
resucita mi terco corazón.
Este absurdo poema –lo presiento–
va a terminar en nada. Es un vacío
crepuscular que surge de mi hastío,
la reverberación del descontento.
Este poema es todo un desconsuelo
o un coágulo –no sé– de sangre o tinta
cuajado en el papel donde hoy se pinta
mi fe, quebrada en láminas de hielo.
Este poema necesita un Cristo
que me empuje a la cumbre de un calvario
donde sea preciso un buen ladrón
y que luego me explique por qué insisto
en volverle la espalda al que a diario
resucita mi terco corazón.