Monólogo de adán
Estoy hecho de barro a tu medida,
mujer llena de olor a paraíso.
Soy el eterno Adán que un día quiso
que fueras la razón su caída.
Me me brindas juntamente vida y muerte
y como que te siento mitad mía,
tus ojos de serpiente –llama fría–
me obligan a seguirte. Eres más fuerte.
Si me percibes hoy callado y triste,
es porque intuyo el fin de la vasija
donde se quebrará mi yo maldito.
Persiste en mí el pecado, Eva y persiste
el quererte en la madre y en la hija,
bendita esclavitud por lo finito.
Estoy hecho de barro a tu medida,
mujer llena de olor a paraíso.
Soy el eterno Adán que un día quiso
que fueras la razón su caída.
Me me brindas juntamente vida y muerte
y como que te siento mitad mía,
tus ojos de serpiente –llama fría–
me obligan a seguirte. Eres más fuerte.
Si me percibes hoy callado y triste,
es porque intuyo el fin de la vasija
donde se quebrará mi yo maldito.
Persiste en mí el pecado, Eva y persiste
el quererte en la madre y en la hija,
bendita esclavitud por lo finito.