La leyenda del niño
–Mamá, yo quiero alcanzar
con mis manos las estrellas.
–Eso es imposible, hijo,
estamos muy lejos de ellas.
–¿Me dejarías entonces
volar, allá entre las nubes?
–Para hacerlo hay que subir
mucho, y dime, ¿cómo subes...?
–¿Y si entonces voy al sol
y regreso hecho de fuego?
–¡Pero te quemas, mi niño!
¡No! Déjalo para luego.
–Entonces, ¿puedo trepar
a la montaña más alta?
–Cuando acabes de crecer
que todavía te falta.
–Mamá, dime, ¿y es posible
llegar hasta el mismo Dios?
–Llegar no, mas sí acercarte;
anda, reza por los dos.
–El niño siguió constante
en su lucha por la altura
mas su madre lo atajaba
oponiéndole cordura.
Y un día se puso enfermo
y como a débil pabilo
se le fue yendo la luz,
poco a poco, hilo a hilo...
–Y en el pecho de la madre
con un postrer desconsuelo
dijo –¿Mamita y tampoco
me dejas subir al cielo?
–¡Vete, hijo, vete y vuela,
toca la estrella y la nube
hazte de sol, trepa al monte
pero sube, sube, sube...!
Y en ese sublime instante
–misteriosa llamarada–
el sol entró de repente,
y tatuó al niño en la frente
con una estrella dorada.
–Mamá, yo quiero alcanzar
con mis manos las estrellas.
–Eso es imposible, hijo,
estamos muy lejos de ellas.
–¿Me dejarías entonces
volar, allá entre las nubes?
–Para hacerlo hay que subir
mucho, y dime, ¿cómo subes...?
–¿Y si entonces voy al sol
y regreso hecho de fuego?
–¡Pero te quemas, mi niño!
¡No! Déjalo para luego.
–Entonces, ¿puedo trepar
a la montaña más alta?
–Cuando acabes de crecer
que todavía te falta.
–Mamá, dime, ¿y es posible
llegar hasta el mismo Dios?
–Llegar no, mas sí acercarte;
anda, reza por los dos.
–El niño siguió constante
en su lucha por la altura
mas su madre lo atajaba
oponiéndole cordura.
Y un día se puso enfermo
y como a débil pabilo
se le fue yendo la luz,
poco a poco, hilo a hilo...
–Y en el pecho de la madre
con un postrer desconsuelo
dijo –¿Mamita y tampoco
me dejas subir al cielo?
–¡Vete, hijo, vete y vuela,
toca la estrella y la nube
hazte de sol, trepa al monte
pero sube, sube, sube...!
Y en ese sublime instante
–misteriosa llamarada–
el sol entró de repente,
y tatuó al niño en la frente
con una estrella dorada.