Conyers
A María, la más dulce madre
Se pinta un arcoiris en el cielo
y danza el sol, dorando la colina.
La multitud, cansada y peregrina
implora fervorosa por consuelo.
Huele a místicas rosas, frescas, puras,
y el paso cadencioso del rosario
persiste. El cielo ahora es un sagrario
y el sol una gran hostia en las alturas.
Hay paz. Un repentino sentimiento
de contrición que escarba en mi pasado
me sugiere, al llorar, otro bautismo.
Y en un gesto que es casi un sacramento
me persigno y me siento renovado.
Gracias, Padre, por nuestro cristianismo.
A María, la más dulce madre
Se pinta un arcoiris en el cielo
y danza el sol, dorando la colina.
La multitud, cansada y peregrina
implora fervorosa por consuelo.
Huele a místicas rosas, frescas, puras,
y el paso cadencioso del rosario
persiste. El cielo ahora es un sagrario
y el sol una gran hostia en las alturas.
Hay paz. Un repentino sentimiento
de contrición que escarba en mi pasado
me sugiere, al llorar, otro bautismo.
Y en un gesto que es casi un sacramento
me persigno y me siento renovado.
Gracias, Padre, por nuestro cristianismo.