Adiós
Se fue marchando como muere el día,
robándose mi luz, serenamente,
y me dejó una espina aquí en la frente
que me hace recordarla todavía.
Se fue empequeñeciendo en el paisaje
con indeciso andar; triste y sumisa
y se me fue volviendo de ceniza,
–como una estatua gris, con equipaje–.
Se detuvo ante el tren y de repente
Me miró. Y la vi con el pañuelo
borrarse dos diamantes de los ojos.
Desde entonces mi cuerpo vive ausente
en un limbo de eterno desconsuelo.
Se fue mi alma y quedan mis despojos.
Se fue marchando como muere el día,
robándose mi luz, serenamente,
y me dejó una espina aquí en la frente
que me hace recordarla todavía.
Se fue empequeñeciendo en el paisaje
con indeciso andar; triste y sumisa
y se me fue volviendo de ceniza,
–como una estatua gris, con equipaje–.
Se detuvo ante el tren y de repente
Me miró. Y la vi con el pañuelo
borrarse dos diamantes de los ojos.
Desde entonces mi cuerpo vive ausente
en un limbo de eterno desconsuelo.
Se fue mi alma y quedan mis despojos.