Aborrascado discernimiento
ABORRASCADO DISCERNIMIENTO
Te conocí pequeño nunca,
de la brisa floral al suelo,
salones inquietos y cenicientos.
Túneles rituales habitados,
por la luna, gris de soledad,
con las hojas del otoño ligero.
Hangares, hogares, hogueras,
crueles caimanes cargando,
el crepitar floreciente,
que se despedía, sombrío.
Con las preguntas que muerden,
insistíendo en la arena calladas.
Todo estaba arrugado y vacío,
muerto, desnudo y mudo.
Caído, impasible y mezquino,
abandonado y despreciado.
Todo era pésima memoria,
que se rinde al afán ufana.
Cuando en alguna parte,
el cielo inundó con manchas,
donde durmieron las flechas.
No vayas por las esquinas,
una puerta fecunda la noche,
con el infierno encubierto.
Es esa hora, incolora quimera,
viscoso sortilegio, vidrioso trance,
donde se juntan los puentes,
y osados trepidan cobardes,
por las gotas del desierto voraz,
repulsiva prontitud zurriburri.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
ABORRASCADO DISCERNIMIENTO
Te conocí pequeño nunca,
de la brisa floral al suelo,
salones inquietos y cenicientos.
Túneles rituales habitados,
por la luna, gris de soledad,
con las hojas del otoño ligero.
Hangares, hogares, hogueras,
crueles caimanes cargando,
el crepitar floreciente,
que se despedía, sombrío.
Con las preguntas que muerden,
insistíendo en la arena calladas.
Todo estaba arrugado y vacío,
muerto, desnudo y mudo.
Caído, impasible y mezquino,
abandonado y despreciado.
Todo era pésima memoria,
que se rinde al afán ufana.
Cuando en alguna parte,
el cielo inundó con manchas,
donde durmieron las flechas.
No vayas por las esquinas,
una puerta fecunda la noche,
con el infierno encubierto.
Es esa hora, incolora quimera,
viscoso sortilegio, vidrioso trance,
donde se juntan los puentes,
y osados trepidan cobardes,
por las gotas del desierto voraz,
repulsiva prontitud zurriburri.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
