Iv
Noches de rascar el sueño con un palillo esterilizado,
de conciliar el desvelo, extensamente vivo. De gotizar,
en los poros, la neblina que nos crece, interior,
sabedores que a veces las lágrimas no sólo son bellas sino necesarias,
sin tener que soportar el escupitajo del sol cayendo en forma de ceniza ultravioleta,
como un zopilote soberbio vomitando en nuestra moral.
Y lo peor de todo es que no paramos de reír. De reñir, digo.
¡Hasta el invierno es leve en esta parte de la hecatombe
y el veneno tiembla ante el polen abierto (y húmedo) del tulipán!
Noches de rascar el sueño con un palillo esterilizado,
de conciliar el desvelo, extensamente vivo. De gotizar,
en los poros, la neblina que nos crece, interior,
sabedores que a veces las lágrimas no sólo son bellas sino necesarias,
sin tener que soportar el escupitajo del sol cayendo en forma de ceniza ultravioleta,
como un zopilote soberbio vomitando en nuestra moral.
Y lo peor de todo es que no paramos de reír. De reñir, digo.
¡Hasta el invierno es leve en esta parte de la hecatombe
y el veneno tiembla ante el polen abierto (y húmedo) del tulipán!