Quién pondrá freno y término al deseo
A Francisco de Acosta en la muerte del padre Iosef Acosta, su hermano
¿Quién pondrá freno y término al deseo
de una vida, Faustino, assí preciosa?
¡Oh, cómo fuera dino aquí el empleo
de tu voz numerosa
y de tu lyra, Orfeo!
Eterno sueño al grande Acosta oprime,
cuyo par no vio el sol. Y la fee pura
y la entereza, sin consuelo, gime
sobre la sepoltura;
ni ay quien no se lastime.
Faltó en dolor de muchos; mas ninguno
al tuyo igual. Tú, aquél, piadoso en vano,
al cerrado sepulcro, tú, aquél, uno,
al cielo soberano
demandas importuno.
Bájase fácil a la hoya escura;
pero dar paso atrás, y a aqueste aliento
y luz común volver (¡oh, cómo es dura
provincia!) no es intento
permitido a criatura.
Es grave asaz la pérdida, y terrible
y fiero es el dolor que de ella avino;
mas (si emendar el hado es imposible)
modérelo, Faustino,
la paciencia invencible.
A Francisco de Acosta en la muerte del padre Iosef Acosta, su hermano
¿Quién pondrá freno y término al deseo
de una vida, Faustino, assí preciosa?
¡Oh, cómo fuera dino aquí el empleo
de tu voz numerosa
y de tu lyra, Orfeo!
Eterno sueño al grande Acosta oprime,
cuyo par no vio el sol. Y la fee pura
y la entereza, sin consuelo, gime
sobre la sepoltura;
ni ay quien no se lastime.
Faltó en dolor de muchos; mas ninguno
al tuyo igual. Tú, aquél, piadoso en vano,
al cerrado sepulcro, tú, aquél, uno,
al cielo soberano
demandas importuno.
Bájase fácil a la hoya escura;
pero dar paso atrás, y a aqueste aliento
y luz común volver (¡oh, cómo es dura
provincia!) no es intento
permitido a criatura.
Es grave asaz la pérdida, y terrible
y fiero es el dolor que de ella avino;
mas (si emendar el hado es imposible)
modérelo, Faustino,
la paciencia invencible.