Amintas, ni del graue mal que passas
Amintas, ni del graue mal que passas
dexes ve[n]certe, ni, boluiendo el rostro
a tu fortuna, te acobardes tanto
que sienta tu flaqueza.
Esta cruel y variable diosa,
en sola su mudança perdurable,
ha de mudar tu estado riguroso
por hazer nouedades.
Antigua y empinada roca, donde
quiebra la mar su ímpeto, refrena
la soberuia marina, leuantando
su sacudida frente.
Alta y envejecida planta, quando
se encastillan en Pindo y Apenino
Bóreas y Noto, con sus hojas solas
resiste su potencia.
Si los dolientes y piadosos ojos
que han llorado tu mal, eternamente
a las hazañas del amor boluiesses,
tu mal aliuiarías.
Que la cansada y aflixida vida,
de lágrimas y penas sustentada,
q[ue] en vez de eterna muerte te da el cielo,
peor es que la muerte.
Tiene en la miseria de tu estado
duro cielo, temiendo y esperando;
dilatado contento de fortuna
nunca viene seguro.
¿Quántas vezes te dió seguro el cielo?
¿Quántas se te ha reído la fortuna
y a la necessidad del punto crudo
te boluieron la cara?
De tan prouados enemigos tuyos
ni esperes bien, ni temas lo contrario;
que aquesta fortaleza de tu pecho
ha de amansar tu daño.
En el arena siembra, y el preciso
reboluer de los hados lamentando,
quiere torcer quien pone su esperança
en la fortuna suya.
Amintas, ni del graue mal que passas
dexes ve[n]certe, ni, boluiendo el rostro
a tu fortuna, te acobardes tanto
que sienta tu flaqueza.
Esta cruel y variable diosa,
en sola su mudança perdurable,
ha de mudar tu estado riguroso
por hazer nouedades.
Antigua y empinada roca, donde
quiebra la mar su ímpeto, refrena
la soberuia marina, leuantando
su sacudida frente.
Alta y envejecida planta, quando
se encastillan en Pindo y Apenino
Bóreas y Noto, con sus hojas solas
resiste su potencia.
Si los dolientes y piadosos ojos
que han llorado tu mal, eternamente
a las hazañas del amor boluiesses,
tu mal aliuiarías.
Que la cansada y aflixida vida,
de lágrimas y penas sustentada,
q[ue] en vez de eterna muerte te da el cielo,
peor es que la muerte.
Tiene en la miseria de tu estado
duro cielo, temiendo y esperando;
dilatado contento de fortuna
nunca viene seguro.
¿Quántas vezes te dió seguro el cielo?
¿Quántas se te ha reído la fortuna
y a la necessidad del punto crudo
te boluieron la cara?
De tan prouados enemigos tuyos
ni esperes bien, ni temas lo contrario;
que aquesta fortaleza de tu pecho
ha de amansar tu daño.
En el arena siembra, y el preciso
reboluer de los hados lamentando,
quiere torcer quien pone su esperança
en la fortuna suya.