Final del 94
El invierno comenzaba, apenas,
a mostrar su cuerno
-largo y temible-
de unicornio ciego.
Inquietante,
surgía Nueva York
en la desesperanza de la madrugada,
mientras yo -refugiada en un ático del Greenwich-
observaba a través de la ventana
la calle desierta
con su equívoca apariencia
de manso animal,
tal vez
un poco triste.
El invierno comenzaba, apenas,
a mostrar su cuerno
-largo y temible-
de unicornio ciego.
Inquietante,
surgía Nueva York
en la desesperanza de la madrugada,
mientras yo -refugiada en un ático del Greenwich-
observaba a través de la ventana
la calle desierta
con su equívoca apariencia
de manso animal,
tal vez
un poco triste.