Soneto a la vida
Cuando la noche inquieta me cante su quimera,
y no arda en mí la llama de alguna vieja herida,
me acostaré en el filo de la doliente espera
y dormiré en el sueño del viaje de partida.
Cuando no suene el eco de la pasada gloria
y ya no quede nada, ni el llanto ni la risa,
me perderé en el canto sutil de mi memoria
y dejaré esta vida con mi mejor sonrisa.
Resurgiré en el cauce de nuevas alegrías
-dejando mi equipaje de viejas agonías-,
sin tiempo ni distancia, sin forma ni envoltura.
Y habrán quedado amigos, pasiones y enemigos
-recuerdos y nostalgias que no tendrán testigos-,
en esa vieja ruta de insólita locura.
Cuando la noche inquieta me cante su quimera,
y no arda en mí la llama de alguna vieja herida,
me acostaré en el filo de la doliente espera
y dormiré en el sueño del viaje de partida.
Cuando no suene el eco de la pasada gloria
y ya no quede nada, ni el llanto ni la risa,
me perderé en el canto sutil de mi memoria
y dejaré esta vida con mi mejor sonrisa.
Resurgiré en el cauce de nuevas alegrías
-dejando mi equipaje de viejas agonías-,
sin tiempo ni distancia, sin forma ni envoltura.
Y habrán quedado amigos, pasiones y enemigos
-recuerdos y nostalgias que no tendrán testigos-,
en esa vieja ruta de insólita locura.