Faltan los botones
I
El momento de la analogía, el instante de la visión solar,
la hora de la reflexión contra el peso urbano del mundo;
la hora de escupir sobre las maceteras en verde, entre la quietud sospechosa y la tarde.
El guardarropas acecha con empecinamiento y ojo de cíclope;
hay un frío de cartílago roto, un pedúnculo de sensación muerta;
un frío particularmente vacío que llena el dormitorio con el método de lanzarnos a la cama
para rebobinar los sueños en versión de servilleta blanca y labios untados con vino.
II
En posición de murciélago pende la camisa, la camisa que se empecina en ser símbolo del manso espantajo;
símbolo posicionado en el diseño de la tela blanca, celeste juvenil,
azul poético, verde y rayas acebradas... en el trópico.
La camisa abre las mangas, las extiende a lo largo de nuestra biografía ocular;
camina en el tiempo y el tendedero sin medir la sombra que se desgaja líquidamente.
Con ingratitud, la imitación aturde, incomoda,
serviliza el trazo de la línea sencilla o maestra con que escribimos que a la camisa
y al asombro les faltan la ficción de los botones.
I
El momento de la analogía, el instante de la visión solar,
la hora de la reflexión contra el peso urbano del mundo;
la hora de escupir sobre las maceteras en verde, entre la quietud sospechosa y la tarde.
El guardarropas acecha con empecinamiento y ojo de cíclope;
hay un frío de cartílago roto, un pedúnculo de sensación muerta;
un frío particularmente vacío que llena el dormitorio con el método de lanzarnos a la cama
para rebobinar los sueños en versión de servilleta blanca y labios untados con vino.
II
En posición de murciélago pende la camisa, la camisa que se empecina en ser símbolo del manso espantajo;
símbolo posicionado en el diseño de la tela blanca, celeste juvenil,
azul poético, verde y rayas acebradas... en el trópico.
La camisa abre las mangas, las extiende a lo largo de nuestra biografía ocular;
camina en el tiempo y el tendedero sin medir la sombra que se desgaja líquidamente.
Con ingratitud, la imitación aturde, incomoda,
serviliza el trazo de la línea sencilla o maestra con que escribimos que a la camisa
y al asombro les faltan la ficción de los botones.