Abandonado en el aire libre, al cansancio, al frío...
Junto a la espuma de un mar extranjero.
Pero no ser el pez, ni siquiera el alga, o
la escoria:
inmóvil,
inútilmente cubierto de espinas.
No contar con una mano para hacer visera
y con otra mano para arrancarse las espinas,
no tener piernas, y pies,
no poder andar hasta el centro de lo conocido, y, allí,
besar la bolsa cálida donde estuve alojado,
o internarme en lo desconocido, y trocar,
entre sacudimientos, temblores.
¿cómo?, el destino en su reverso.
Junto a la espuma de un mar extranjero.
Pero no ser el pez, ni siquiera el alga, o
la escoria:
inmóvil,
inútilmente cubierto de espinas.
No contar con una mano para hacer visera
y con otra mano para arrancarse las espinas,
no tener piernas, y pies,
no poder andar hasta el centro de lo conocido, y, allí,
besar la bolsa cálida donde estuve alojado,
o internarme en lo desconocido, y trocar,
entre sacudimientos, temblores.
¿cómo?, el destino en su reverso.