Escucha
Escucha
al viento en el centeno.
Mira qué azul de espigas despertando
al áspero cantar de los gorriones. Pesa
sobre el mundo tanta luz incierta
que abro mis manos e intento mitigar
la fatiga que te vence.
Pero barre la mañana su propia melodía
agotada de tanto resplandor y Nada te concede
como último don
la transparencia de la niebla.
Escucha
al viento en el centeno.
Mira qué azul de espigas despertando
al áspero cantar de los gorriones. Pesa
sobre el mundo tanta luz incierta
que abro mis manos e intento mitigar
la fatiga que te vence.
Pero barre la mañana su propia melodía
agotada de tanto resplandor y Nada te concede
como último don
la transparencia de la niebla.