El puente
Dime, ¿has estado en éxtasis alguna vez? ¿Sentiste
uno de esos instantes en que el pensar no existe
porque -lo dijo Wordsworth- «expiró en la alegría»?
¿En que mueren las dudas, en que se explica todo:
la excelencia del astro, la ignominia del lodo,
y el mundo es corno un símbolo de sutil poesía?
¡Qué blanduras entonces nos ofrece el camino!
Tienen seres y cosas un sentido divino,
amoldándose a una misteriosa justicia.
El dolor para siempre nos parece proscrito,
y se anegan las almas en un mar infinito
de suprema delicia.
Para tales momentos fue creado el poeta:
es el solo que puede traducir la secreta
concordancia del hombre con su Dios siempre ignoto.
Es el mágico puente de fulgor dulce y tenue,
arrojado en el piélago de la noche perenne
como el trémulo rayo de un lucero remoto...
Dime, ¿has estado en éxtasis alguna vez? ¿Sentiste
uno de esos instantes en que el pensar no existe
porque -lo dijo Wordsworth- «expiró en la alegría»?
¿En que mueren las dudas, en que se explica todo:
la excelencia del astro, la ignominia del lodo,
y el mundo es corno un símbolo de sutil poesía?
¡Qué blanduras entonces nos ofrece el camino!
Tienen seres y cosas un sentido divino,
amoldándose a una misteriosa justicia.
El dolor para siempre nos parece proscrito,
y se anegan las almas en un mar infinito
de suprema delicia.
Para tales momentos fue creado el poeta:
es el solo que puede traducir la secreta
concordancia del hombre con su Dios siempre ignoto.
Es el mágico puente de fulgor dulce y tenue,
arrojado en el piélago de la noche perenne
como el trémulo rayo de un lucero remoto...