Ser dios será, quizás
Ser Dios será, quizás,
como reducir cabezas,
hacerlas bien pequeñas, soplarlas
desde adentro para que queden
así, pequeñitas, reducidas,
un poco ridículas.
O si no, será como ser la cucaracha
que esquiva el golpazo del libro gordo,
que se le huye, se escabulle
y logra siempre salírsele, escaparse,
irse con la suya.
El poeta, en cambio,
ni pequeño Dios ni cucaracha
sino un tipo soplando cabezas
desde adentro, insuflando una sustancia
rara y debilucha, algo escamándose
como los peces ancestrales,
pero que nada empequeñece, más bien,
sopla y resopla un gigantismo de cabezas,
una hinchazón incurable.
Ser Dios será, quizás,
como reducir cabezas,
hacerlas bien pequeñas, soplarlas
desde adentro para que queden
así, pequeñitas, reducidas,
un poco ridículas.
O si no, será como ser la cucaracha
que esquiva el golpazo del libro gordo,
que se le huye, se escabulle
y logra siempre salírsele, escaparse,
irse con la suya.
El poeta, en cambio,
ni pequeño Dios ni cucaracha
sino un tipo soplando cabezas
desde adentro, insuflando una sustancia
rara y debilucha, algo escamándose
como los peces ancestrales,
pero que nada empequeñece, más bien,
sopla y resopla un gigantismo de cabezas,
una hinchazón incurable.