Huérfanos a medianoche
Reconozco estas calles aceradas, que llevan
tanto nuestro consigo, ya
sin ti, madre, y aún
buscándote, con esa urgencia que nos ha dejado
gasolina en el pecho, una ruleta
quirúrgica de luces, que ciegan, hurgan, van
–¡qué lejos!– apagándose
allá lejos, donde late el corazón
de los desamparados.
Reconozco estas calles aceradas, que llevan
tanto nuestro consigo, ya
sin ti, madre, y aún
buscándote, con esa urgencia que nos ha dejado
gasolina en el pecho, una ruleta
quirúrgica de luces, que ciegan, hurgan, van
–¡qué lejos!– apagándose
allá lejos, donde late el corazón
de los desamparados.